lunes, 25 de febrero de 2019

MICROCUENTO
Ella pidió un café cortado en jarrito. Él una cerveza y un tostado de jamón y queso. El bar estaba desierto, era Enero, y Buenos Aires ardía como un crisol de hierro fundido.
-¿No te vas a Mar del Plata? –le preguntó dedicándole una mirada cáustica. Ella se encogió de hombros y negó con un gesto.
-No tengo un peso.
Él tragó rápidamente, pestañeando por el esfuerzo. Dejó el sándwich en el plato y se limpió los labios con una servilleta de papel.
-¿Y qué pasó con el aguinaldo?
Ella emitió una risa burlona en tres tonos precisos, descendentes.
-Migajas. La devaluación se lo comió.
Sonó un teléfono celular. Estaba sobre la mesa y ella clavó los ojos en la pantalla iluminada. Dando un respingo afectó un ataque de pánico. Aunque su primer impulso fue colgar, luego, suspirando en tono reverencial, lo levantó y caminó hacia la ventana.
Él la siguió con la mirada. Sabía que su jefe tenía una reputación temible, y la hora del almuerzo había terminado hacía rato .
-Te marcan de cerca –se burló.
-Ya vuelvo –respondió ella por encima del hombro. Y luego, como si acabara de leerle los pensamientos, tapó el micrófono y agregó:
-En un minuto nos vamos a un lugar más tranquilo.
C.B. 2019

Kite surfing in BA, acrílico 30/50, 2019.